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cuando escribo decente soy humano, cuando puteo soy argentino.

sábado, 8 de enero de 2011

Dos casillas de la "Rayuela" el infinito juego de J. C.

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La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.


La vida, un ballet sobre un tema histórico, una historia sobre un hecho vivido, un hecho vivido sobre un hecho real.

La vida, fotografía del número, posesión en las tinieblas (¿mujer, monstruo?), la vida, proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario.

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Morelliana.


Pienso en los gestos olvidados, en los múltiples ademanes y palabras de los abuelos, poco a poco perdidos, no heredados, caídos uno tras otro del árbol del tiempo. Esta noche encontré una vela sobre una mesa, y por jugar la encendí y anduve con ella en el corredor. El aire del movimiento iba a apagarla, entonces vi levantarse sola mi mano izquierda, ahuecarse, proteger la llama con una pantalla viva que alejaba el aire. Mientras el fuego se enderezaba otra vez alerta, pensé que ese gesto había sido el de todos nosotros (pensé nosotros y pensé bien, o sentí bien) durante miles de años, durante la Edad del Fuego, hasta que nos la cambiaron por la luz eléctrica. Imaginé otros gestos, el de las mujeres alzando el borde de las faldas, el de los hombres buscando el puño de la espada. Como las palabras perdidas de la infancia, escuchadas por última vez a los viejos que se iban muriendo. En mi casa ya nadie dice "la cómoda de alcanfor", ya nadie habla de "las trebes" -las trébedes-. Como las músicas del momento, los valses del año veinte, las polkas que enternecían a los abuelos.

Pienso en esos objetos, esas cajas, esos utensilios que aparecen a veces en graneros, cocinas o escondrijos, y cuyo uso ya nadie es capaz de explicar. Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego -encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos
 

2 comentarios:

alma dijo...

Mira que me gusta Cortázar...me declaro cronopia de todo corazón, pero no puedo con Rayuela... es ponerme a leerlo y me entran unas ganas de suicidarme...

Un beso, mundocolito

mundocolito dijo...

y bueno, amiga ALMA, Rayuela no es de por si un canto a la vida, ademas genera reacciones dispares en cada lector. Te debe oprimir el humo y la musica de Jazz del " club de la serpiente" y las idioteces metafisicas de Morelli, a mi me mata y me da vida constantemente ese libro. Saludos amiga Cronopia, cuando me acuerde de los nombres de los muy buenos autores españoles que leí cuando era chico charlaremos, hay un par que me encantaron pero tengo menos memoria que mi PC. :)