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bahia blanca, buenos aires, Argentina
cuando escribo decente soy humano, cuando puteo soy argentino.

martes, 4 de enero de 2011

EL REY, pollos, remeras, facturas y calor humano.

Recién Martes, me duele la cintura, llueve, estoy cansado, la tv sigue sin dar algo medianamente comprensible y /o interesante. Esas son mis quejas mundanas y cotidianas. Igual me han pasado algunas cosas buenas. Todavía queda gente amigable en el planeta, que se preocupa por el prójimo mas allá de los lazos sociales que los hace compartir los días con uno.
Es el caso de un comerciante de mi barrio, apenas a media cuadra de mi casa. Su comercio es un caso curioso. Es una pollería, en donde obviamente te vende productos de granja, huevos, milanesas de pollo, todas las partes de esa ave, hace arrollados, hamburguesas, empanadadas, estas dos ultimas cosas te las vende crudas y freesadas, listas para descongelar, cocinar y degustar. También vende gaseosas, masitas, pan y hace "Las facturas de manteca mas ricas de toda Bahía Blanca", según decía mi viejo. Y sí, están buenas, aparte de que cuando le convidas a un extraño del barrio las facturas, y te pregunta de donde son te da la oportunidad de poner aire casual y espetarle: " Son de la pollería de la otra cuadra". Me encanta las caras de incredulidad que ponen los ocacionales degustadores de facturas, que las mira fijamente preguntándose como donde y cuando y si por ser de una pollería contienen aunque sea plumas picadas entre la masa y el dulce de leche. Hace rato soy cliente, lo único que no le compre todavía son remeras estampadas con motivos que elijas o con lo que se te ocurra ponerle. Ya voy a hacerme una remera negra con la dirección del blog en verde chillón, y podre decir que como facturas ( de la pollería) y me hice una remera con propaganda ( en la pollería). Suena tan loco que me estoy riendo a carcajadas, pero es verdad.
Los dueños son un matrimonio, el hombre es el hijo del matrimonio que vivió en ese departamento toda la vida, yo conocía a sus padres desde chico, tienen hijos pequeños y laburan de sol a sol para ganarse el mango. El localcito es mas chico que un garage, pero bien puesto, meticulosamente limpio y con todo en regla según avisan todos los permisos y habilitaciones que tiene en una pared.
Hacía rato que no iba por ahí, las ultimas semanas mías no fueron ni tranquilas ni cotidianas como para ir a comprarme que morfar ahí, y mucho menos charlar, de verdad no quería hablar demasiado con nadie de nada. Pero ayer me encontré con el hombre en la calle ( ahora me doy cuenta que no se su nombre; La pollería se llama EL REY, pero no creo que deba dirigirme al que atiende como " su majestad", ya preguntare) y me expresó sus condolencias, ya que se había enterado por mi amigo que también va a comprár ahí. Estuvimos hablando de lo que se habla en esos casos, incluidos todos los lugares comunes, ya me los se de memoria y hasta puedo decir el orden en que los van soltando uno a uno, pero bueno, eso no es lo importante. Lo importante es el ofrecimiento que me dio, una inmaterial palmada en la espalda y en el alma, ofreciendome ir cuando quisiera a su local, ya no como cliente, sino a tomarnos unos mates y a charlar de lo sucedido, de la vida, de lo que quisieramos, diciendome aquí estoy, somos amigos, mi mujer y yo estaremos contigo cuando quieras una oreja que te escuche, o una palabra de aliento...
Es un gesto que a esta altura de mi vida y de mi descreimiento casi general hacia la raza humana, es realmente apreciable, generoso, humano, desinteresado.
Y encima todo lo que vende ahí es rico, y a media cuadra de casa, mas no puedo pedir.

2 comentarios:

alma dijo...

Hay mucha gente así, mundocolito. No la vemos ni la oímos casi nunca porque "los otros" hacen más ruido y llaman más la atención, pero hay mucha gente así, como ese hombre. Hacen que el mundo, pese a todo, sea un lugar habitable. Un beso

MaGui (Sí, sí... la misma) dijo...

Me hizo acordar cuando volví a la verdulería (soy vegetariana) a la que íbamos con mi papá (cada vez que venia de visita a La Pampa) luego de su fallecimiento... Nos emocionamos todos, lloraba el verdulero (Antonio) y mi mamá también... Nos fuimos sin poder hacer las compras...
Hay gente buena, sólo que a veces se esconden... o nos escondemos, para evitar que nos caguen los otros.